jueves, 1 de mayo de 2008

El Guincho: fiesta y psicodelia; primitivo y moderno


No cabe duda que el lugar en donde creces influye de manera notable en lo que has de ser el resto de tu vida; hasta podría decirse que “geografía es destino”. No es lo mismo nacer en Chechenia o Sumatra que en Inglaterra, por ejemplo. El caso es que Pablo Díaz-Reixa creció en las Islas Canarias, esas ínsulas que conectan al sur de Europa con África; además, por ser una especie de edén para una vida de total relax, en sus alrededores se instalan personas de muchos países a los cuales se busca alagar con una gran oferta cultural, que incluye mucha y variada música. Por si no fuera suficiente el entorno, los padres de Pablo eran melómanos empedernidos, cuya pasión se volcaba por el folklore planetario; su hogar hacía las veces de almanaque sonoro para un chico que creció sin darle importancia a las fronteras, ni físicas ni ideológicas.

Miembro de las bandas barcelonesas Coconot y Albaialeix, Pablo da cuenta de sus años mozos: “Yo soy de Gran Canaria. Cuando eres niño sueles escuchar lo de tus padres hasta la adolescencia, cuando te rebelas y te metes en otra música. En mí había música latinoamericana a saco: me sé los discos de Rubén Blades de memoria. También había música canaria, por supuesto. Además, venía el Womad con muchos grupos africanos. Claro que luego descubrí el indie y a Nirvana, pero para mí era mucho más difícil acceder a esos discos. En mi casa había álbumes del sello Syliphone, y los escuché antes de comprarme un disco de Pavement”.

Luego vino el viaje de su vida y terminó por instalarse en Cataluña, donde además de tocar con sus otras bandas editó un primer disco, Folías, que quemaba personalmente y que todavía dependía de las guitarras, hasta que un buen día se compró el sampler Roland SP-404 y la historia cambió.

Con tal arsenal de vinilos montó un carnaval galáctico de enormes proporciones. En Alegranza, su segunda entrega, hay tropicalia, calipso, afrobeat, freejazz y música antillana, pero nunca en estado puro; todo esta sampleado, cortado y procesado para que mute su naturaleza y renazca transformado. El resultado es una fiesta psicodélica que no deja de chispear, cuya referencia más fuerte se encuentra en Person Pitch, el proyecto solista de Panda Bear, miembro de Animal Collective, ese escuadrón nómada que no ha recibido en nuestro país el reconocimiento merecido, pero que marca la pauta de la vanguardia más delirante.

Mezclas casi imposibles, ritmos quebrados que abandonan el 4 x 4; un mosaico surrealista en el que cabe Tom Ze, sonidos de Trinidad y Tobago y hasta folklore canario, han valido para que este disco obtuviera el reconocimiento internacional que en años no había alcanzado un disco español de música avanzada. Nada menos que Pitchfork, Drowned in Sound y Stereogum lo ensalzan y recomiendan dado su visionario sonido, que en una pieza como “Kalise”, pone a temblar incluso a gente de la talla de M.I.A., según estos portales especializados.

Nativo de Las Palmas, y admirador de Lex Baxter, Martin Denny y Esquivel, los santones del Space Age Pop, también llamado Exótica, quiso hacer un álbum lleno de capas y capas de sonidos, paneos extremos, ecualización extraña y la voz fundida con el resto, aunque se entienda o no lo que se dice. La grabación se realizó en su departamento del barrio del Raval en Barcelona, donde con su amigo Sergio (también Canario), miembro de Anticonceptivas y Telemáticos, amasaron los temas, que fueron y vinieron de su tierra hasta tomar su forma definitiva.

El guincho atravesaba un momento muy feliz en su vida y buscó plasmarlo en este material, que es pura candela; suena tribal y vanguardista a la vez. De fondo, su concepto se entiende como un homenaje a la música que se produce en todas las islas del planeta: “Llevaba poco más de un año estudiando por mi cuenta las músicas que se han dado en las islas alrededor del mundo y viendo cómo se podían conjuntar todas a partir de una coincidencia en las tonalidades mayores.

También la forma que toman las canciones de celebración en esos territorios, una cosa que me resultaba muy curiosa porque en su mayoría se tratan de pueblos con un pasado colonial muy fuerte, pero que habían enfocado su música de reunión hacia la fiesta y la alegría , no tanto hacia la pena. Éste fue el punto de partida, al que luego le sumé un método de mezclar sampleos con instrumentos acústicos en el que me metí gracias a los discos de J. Dilla”.

Alegranza (Discoteca Océano, 07) contiene un poco la pátina del calypso, algo de rock steady e incluso doo woop y pop africano, que coinciden en piezas que no tienen estrofas ni estribillos, se dejan ir de corrido como si de ambient o house se tratase. Se recurre a la repetición constante, a estructuras simétricas que se van subdividiendo y acelerando. “Costa Paraíso” y “Antillas” son dos temas poderosos, que lujosamente ejemplifican esta propuesta, ideal para ritos posmodernos.

Un disco que se vende apenas en 7.5 euros, en un intento porque la mayor cantidad posible de gente lo conozca, dejando al lucro en un segundo plano. Además, en el blog de la disquera aparecen todos los samplers que lo conforman, así los escuchas pueden conocer las fuentes sin ningún tipo de ego o envidia. Por eso cuando la prensa ha insistido en ubicarlo junto a Panda Bear, Avalanches o Disco Inferno, no se molesta en ampliar su postura: “Creo que todas las comparaciones que están saliendo, se refieren más a una similitud en el método y quizá no tanto en el fondo. En otras palabras, que usamos herramientas parecidas pero cada uno para un propósito distinto. Me parece que el disco de Panda Bear es mucho más delicado. Los beats están diluidos y emana una sensación de tranquilidad dentro de todo. En Alegranza los ritmos son bastante más fuertes, tiene un componente de baile/celebración muy pronunciado y salvo en un apunte muy pequeño no hay nada en tonalidad menor. Los sampleados vienen de otros lugares del planeta, cubren diferentes tradiciones y la producción en términos de cómo se reparten los sonidos en el espacio también dista bastante”.

9 tracks de gran inspiración bizarra; un enorme arco iris que pinta multicolor al mundo. Breve, festivo y arriesgado. Tal como Ramón entiende la relación entre vida y música: “tú música es un reflejo de tu vida siempre. Y más en proyectos individuales. Si no hay peligro en tu vida no puede haberlo en tu música. Puedes generar un peligro de mentira, pero creo que esas cosas se notan. En períodos de paz, al menos en mi casa, he tirado más hacia el pop. Lo digo porque no es que haya hecho siempre pop. Ahora tengo ganas de cantar y de bailar. Entra luz por la ventana y se trata de eso. Capturar esa luz e intentar guardar un poco para las canciones, conservarlas ahí dentro, en 3 minutos”.

No hay comentarios: