sábado, 13 de febrero de 2010

Los 20 discos de la década (más allá de las fronteras mexicanas)


Hispanoamérica, un territorio ideológico y cultural atravesando una década que tendió vasos comunicantes a través de la explosión tecnológica. Escuchas más atentos que nunca intercambiando grabaciones y artistas. El surgimiento de figuras transcontinentales atendiendo a generaciones cada vez más cosmopolitas, pero ansiosas de encontrar mensajes que les brinden identidad a corta distancia.

Solemos prestar mayor atención al autoconsumo, a los fenómenos locales, así que nos viene bien repasar una veintena de grandes discos surgidos del imaginario hispanoparlante a partir de la premisa de no incluir a México en el recuento. He aquí los detalles de lo hallado.

Infame (03)
Babasónicos
Renovación generacional para el rock argentino, no sólo en forma sino en el discurso y la lírica. Una extraña y bella poesía callejera inserta en desplantes de glamour y mucha energía rutilante. Rock con chispazos electrónicos que se espació por toda Hispanoamérica. “Irresponsables”, “Putita” e “Y qué” se erigieron himnos instantáneos.

Hola, Chau (01)
Los fabulosos Cadillacs
No es usual incluir un doble en vivo en las listas, pero se trata de una obra vasta y generosa que marcó un antes y después en la historia de este combo. Hicieron una pausa en lo más alto, desbordando frenesí y posibilidades musicales. Punto de inflexión para el rock latino.

Los de atrás vienen conmigo (08)
Calle 13
Destruir las nociones y conceptos que se tengan del reggaetón desde el interior del reggaetón fue y es la consigna de Residente y Visitante. Han dotado de letras mordientes y lúcidas a su música mutante, que lo mismo recurre al hip hop, que a la salsa o pasajes balcánicos. Los duetos con Café Tacuba y Rubén Bládes son ejemplos perfectos de su mixtura.

El mundo según (06)
Sr. Chinarro
Un minucioso artesano de la palabra consiguiendo estupendas imágenes y metáforas. Antonio Luque tiene una larga carrera que lo confirma como una de las figuras más insignes del indie español. Sus letras van de un impresionismo sutil al que han considerado una interpretación hispana del surrealismo.



Alegranza (07)
El guincho
Dentro del panorama alternativo español este es el disco de mayor proyección internacional en mucho tiempo; tan es así que esta tropicalia electrónica en clave low fi fue reelanzada por el importante sello inglés XL Recodings. Pablo Diáz-Reixa creó una cumbre del cut & paste por la que pasa la enorme cultura musical que adquirió mientras vivía en las islas Canarias. Sin duda, la pista sonora para un carnaval globalizado.

Siempre es hoy (02)
Gustavo Cerati
Para Latinoamérica, el ex – líder de Soda Estéreo constituye un artista mayor, casi una especie de chamán que despierta un culto apasionado. En solitario ha probado con un rock sobrio y adulto cuidado al detalle. Entrega algunas canciones de medio tiempo siempre elegantes y evocadoras. Estilo y personalidad, esa es su gracia.

Vida de perros (05)
Los bunkers
Un puñado de mozalbetes chilenos aferrados al formato de canción rock con toda la vehemencia y fe del mundo. Y obtuvieron una colección llena de nervio y brío que se comunicaba de manera directa e inmediata con los más jóvenes. Espíritu rock en su más pura esencia.

La leyenda de espacio (07)
Los planetas
La banda de Granada alcanza su madurez plena explorando los palos del flamenco y llevándolos a los territorios más eléctricos y guitarreros del rock. Veteranos de mil batallas, poseen la capacidad suficiente para adaptar una tradición tan complicada y fascinante, y así rendir un sincero homenaje al inmenso Camarón de la Isla.

La lengua popular (06)
Andrés Calamaro
Tras de una carrera de excesos y proyectos desmesurados, regresa el Calamaro compositor de canciones redondas. En estado de gracias con la melodía y extrayendo de la cultura popular imágenes conmovedoras, Andrés se afirma como un héroe entrañable, cercano. Hace patente que basado en lo cotidiano puede gestar su propia épica.

Malamarismo (07)
La Mala rodríguez
Al hip hop en español le hacía falta ganarse a cabalidad las jotas. Esta mujer le da sofisticación, belleza y prestancia a su jip jop aflamencado. Conocedora de los problemas de la vida real y su dureza hace del micrófono una tribuna para lanzar reclamos y arengas. Los duetos con Raimundo Amador, Julieta Venegas y Tego Calderón apuntalan su calado.



Idioma suave (02)
Entre ríos
Isol es una mujer con un timbre de voz extraordinario, que le brindaba gran personalidad a la cruza de electrónica y pop generada por sus dos compañeros. Sus letras son como pinturas impresionistas que abordan el amplio espectro de experiencias del hombre imbuido en las grandes urbes. Fueron un orgullo argentino de lo que se entiende por una banda indie.

Hungría (07)
Gepe
Desde Chile vino una actualización del folk a través de la electrónica suave más pespuntes de pop. Una incursión casi minimalista que intenta ensanchar lo más posible el formato canción y llevarlo un paso adelante. Si en algún lado se vale recurrir a la poesía lírica es aquí. Menos trovero que Drexler pero sin llegar a ser Beck, aunque Original Hamster –el productor- bien lo hubiera deseado.

Estalla (08)
Bomba estéreo
No podemos conformarnos con Juanes y Shakira, Colombia es mucho, mucho más que eso. Así que este dueto revoluciona la cumbia y otros ritmos vernáculos para sazonarlos con rap, reggae y tecno low fi. Producen una música quemante, que es la fiesta en sí misma: despatarrada, callejera y carnal.

Ortopedías Bonitas (07)
Manos de topo
Tener a un cantante que prácticamente llora en cada tema puede llevarte a la gloria o condenarte. En Barcelona se tramó el debut de un grupo que dramatiza y se regodea en la tragedia amorosa, con la música como pretexto. Es un grupo excesivo que se destaca por no parecerse a nadie.

Coba Coba (09)
Novalima
Existen países, como Perú, en que las raíces africanas constituyen un fuerte acervo cultural. La perspectiva de un colectivo de músicos y productores como Novalima es utilizar estos materiales y pasarlos por un tamiz contemporáneo para obtener un producto final que respete la tradición y la catapulte a la modernidad.

Dont´ mess with the dragon (07)
Ozomatli
No puede hablarse de Hispanoamérica sin considerar California. Este combo norteamericano se ha caracterizado por abanderar causas sociales y canalizarlas mediante su fusión de salsa, ska y rap. En este álbum dejan un tanto de lado las consignas y se avocan a montar la fiesta más grande que Aztlán recuerde.




Flamingos (02)
Enrique Bunbury
Amado por muchos, odiado por tantos. El zaragozano es un músico arriesgado, potente y con gran voz y estilo interpretativo. Por si ello no bastara, disco a disco decide reinventarse y aquí recurre a un rock más puro y llano para explorar la mitología de la sociedad norteamericana. El sonido está influenciado por el Bowie del periodo berlinés.

The venezuelan Zinga Son Vol. 1 (03)
Los amigos invisibles
Ejemplo de tenacidad y perseverancia, desde su residencia neoyorkina impulsaron y esparcieron su sabroso menjurje de funk, disco y ritmos anfroantillanos. Pasaron de contar con el apoyo de David Byrne a impulsar por su cuenta su trabajo hasta que alcanzó un nivel cualitativo óptimo y reconocimiento continental.

Canciones inexplicables (07)
Nacho Vegas
Este cantautor permaneció durante años lejano a los reflectores mediáticos y el gran público, que se vale ponderar un recopilatorio que permitió mostrar grandes maravillas casi desconocidas. Una especie de Dylan o Leonard Cohen made in Spain. Gracias a esta antología podemos apreciar juntas “El hombre que casi conoció a Michi Panero”, “Que te vaya bien, Miss Carrusell” y “En el jardín de la duermevela”.

Romancero (09)
La bien querida
Ana Fernández Villaverde pintaba cuadros y tocaba en su ratos libres, hasta que buenos amigos como J. de Los Planetas y el Sr. Chinarro la animaron a tomárselo en serio. ¿El resultado? Pocas veces una mujer logra hablar con tanta franqueza de las relaciones amorosas y soltar sentencias como rayos. ¿La música? Un rock pop que puede irse al flamenco o al tecno según la pieza.

Bonus (el lugar 21)

Supercrepús (08)
Joe crepúsculo
Un cantante desafinado que se pertrecha con teclados viejos y cajas de ritmo de antaño. Luego utiliza como letrista a San Agustín o traduce a Barbara Streisand. El resultado es una obra magna del kitsch más delirante. Es disco barroco, dance intelectual o simplemente baladas pastelosas. Un proyecto que termina siendo un montaje performático lleno de frases ocurrentes y música pegadiza a mares.

martes, 2 de febrero de 2010

Se cierra la trilogía Nocilla en un laboratorio imaginario


Un bar en la isla de Cerdeña que se parece a otro ubicado en las Azores. Una pareja en un recorrido errático que les permite realizar un calculado y secretísimo Proyecto, que cabe dentro del estuche de una guitarra Les Paul. La vaciedad de una cárcel convertida en hotel de agroturismo que facilita el desdoblamiento y el plan vacacional del alter ego.
Obsesionado con las posibilidades y herramientas de la meta-ficción, Fernández Mallo crea otros Fernández Mallo que se expliquen mejor que él y dejen ir una escritura rizomática; un loop sempiterno de cultura y observación mundana, en que se acomodan una y otra vez imágenes extraídas de un televisor silente, un alud de bragas de mujer usadas y La música del azar de Paul Auster.
En la pieza que completa la trilogía Nocilla se crea un espacio obsesivo e inquietante donde lo ficcional absorbe a lo biográfico y los recursos narrativos y el lenguaje se diversifican, mutan una y otra vez para terminar siendo los mismos. Se trata del patíbulo para un Kafka del Siglo XXI que acompaña su última cena con Enrique Vila Matas. He aquí que la literatura todavía puede inquietar y sembrar interrogantes, como en los filmes más logrados de David Lynch.

Agustín Fernández Mallo
Nocilla lab
Ed. Alfaguara

Tarot Sport de Fuck buttons, la sagrada familia de las catedrales sónicas


“El ruido no es la textura que nos interesa alcanzar, pero nos proporciona el lienzo sobre el que derramar nuestros experimentos con el sonido. Es una herramienta más, como lo son las melodías, la estructura, el ritmo o la percusión”
Quizá el ruido no sea el fin, pero si es un medio muy dúctil para que Andrew Hung y Benjamin John Power –Fuck Buttons- construyan auténticas odiseas sónicas, que en Street Horrrsing (ATP Recordings, 08) –su anterior lp- alcanzaba proporciones extremas, pero que también consiguió notoriedad al trasponer el estrecho círculo de consumidores de la música avanzada.
Los de Bristol han ido perfeccionando sus esculturas musicales, su arquitectura auditiva, porque es un hecho que su debut todavía contenía pasajes en los que la maraña abstracta y ruidista perdía un poco su rumbo. No olvidemos que estas cosas se sustentan en un proceso experimental, en el acierto y error; entre el hallazgo y el extravío. La música es búsqueda permanente, en ocasiones llegas a buen puerto y en otras permaneces a la deriva.
Y en insistir se basa el lograr; Fuck Buttons han dado en el blanco y lo han volado en mil pedazos. Tarot sport, su más reciente entrega, es una obra mayor; una experiencia estética de altos vuelos sustentada en capas y capas de sonido en las que texturas y ruidos están a disposición de generar un eclosión plena de sensaciones y registros. No se escucha algo así todos los días; no en vano la crítica especializada del diario inglés The Guardian, que suele ser seria y formal (no en vano tiene a Brian Eno entre sus colaboradores), ha considerado a este álbum “la Sagrada Familia de las catedrales sónicas”.
En buena medida han potenciado su propuesta gracias al trabajo de producción de Andrew Weatherall, a quien se debe la sapiencia al momento de dosificar el torrente eléctrico de My Bloody Valentine y dar mayor energía a Primal Scream. Ahora logró un equilibrio exacto trabajando el concepto del espacio (se dice que a mitad de las sesiones se salía de la sala para realizar una evaluación del sonido desde la distancia y ver hasta dónde podía llegar).
La odisea comienza con “Surf Solar” –dado a conocer como anticipo- que ahora alcanza los 10 minutos 35 segundos y es un manifiesto de lo que vendrá después: texturas rasposas, sonidos espaciales y efectos crepitantes que vagan sobre secuencias rítmicas que paulatinamente van cambiando.


Hung y Power se encargan de distorsionar las fuentes originales de sonido, pasándolas por filtros, pedales y demás aparataje, hasta llegar al punto de que es difícil identificar de qué instrumento se trata.
No son tantos los tracks, pero el suceso es intenso; hay cierta marcialidad en “The Lisbon Maru” y algo cercano a un trance hipnótico en “Olympians” y así hasta llegar a la pieza final, “Flight Of The Feathered Serpent”, que nos remite a la grandeza de las creaciones de Underworld sin olvidarnos un poco de la locura tribal de Animal Collective. Es lo más cercano a una canción bailable que han hecho.
Así, Tarot Sport está dedicado a la repetición, a la búsqueda de algo parecido a la hipnosis, alternando un sentido primitivo del ritmo con una telaraña ruidosa tejida con elementos digitales y análogos. Aun en su aspereza hay quien lo ve como un rock espacial de forma libre, un espacio imaginario donde confluyen distintas épocas y conceptos.
No se trata de un caso aislado, ahí están Gang Gang Dance, Atlas Sound y Black Dice para hacerles compañía. Lo cierto es que tras el minuto y treinta y pocos segundos que tarda en entrar el bombo en “Surf Solar” –haciendo las veces de introducción ambiente- se abren las puertas de entrada a otra dimensión; una en la que privan armonías en forma de serpentina, voces pululantes y una indeleble pátina de ruido que sube y baja de intensidad.
Es verdad, Fuco Butrones han construido La Sagrada familia de las catedrales sónicas, ahora sólo falta que el número de feligreses crezca notablemente. Milagros para fomentar su culto no les faltan.