martes, 20 de mayo de 2008

Devotchka: gitanos para una nueva era


El incisivo pensador francés Jean Baudrillard, quien describiera el asunto del 11 de septiembre como “el espectáculo aerostático más hermoso del mundo”, también ha señalado la superficialidad histórica de la sociedad norteamericana, que ante la necesidad imperiosa de crear raíces e iconos culturales recurre a la cinematografía hollywoodense, una permanente e imparable maquinaria generadora de héroes y personajes simbólicos.

Esta voraz “fábrica de sueños” explota constantemente el perfil épico de sus productos y pocas veces utiliza al séptimo arte como espejo para la autocrítica social, esa tarea se la dejan al medio independiente, que enfrenta dificultades de exhibición, por lo que llega a un público más limitado, pero aun así, prácticamente nada relevante que ocurra en torno a un filme destacado dejará de traer consecuencias en el plano colectivo. En esta más que eficiente versión de La sociedad del espectáculo todo está interconectado. Las sinapsis mediáticas son múltiples; por ello no es raro que las estrellas de radio tengan su biopic o que la música de una serie de televisión se convierta en disco de platino.

En este sentido, el éxito de Little Miss Sunshine, cinta dirigida en 2006 por Jonathan Dayton y Valerie Faris, apoyado en la obtención de dos premios Oscar (Mejor guión original, mejor actor de reparto), trajo consigo que una modesta banda de Denver, Colorado, dejará al público minoritario para pasar a tocar ante salas abarrotadas. La banda sonora (nominada también al Grammy), compuesta para acompañar el viaje de la excéntrica y disfuncional familia Hoover rumbo a California a bordo de una combi amarilla, valió para que Devotchka esparciera por doquier la sonoridad de su música gitana de última generación, una expresión que no desprecia al punk, el mariachi, las rancheras y algunos otros ritmos latinoamericanos.

Es indudable la fascinación que genera actualmente la música de los Balcanes y la Europa central, en este momento sus diversas variantes tienen a destacados representantes: desde la forma estruendosa y roquera de Gogol Bordello, la electrónica carnavalesca de Shantel y su Bucovina Club o Shukar Collective, hasta llegar al refinamiento lírico y musical de Goran Bregovic, Ljiljana Buttler, Beirut y The Hawk and The Hacksaw.

Ya no es determinante el lugar de residencia o la línea sanguínea para experimentar en carne propia la gitanería. Por ejemplo, los dos últimos proyectos mencionados son nativos de Nuevo México, mientras que los Bordello radican en Nueva York, aunque en el caso de Devotchka si existe un principio hereditario, pues su fundador, Nick Urata, es hijo de una siciliana y un gitano (que se casaron por contrato). El hombre aporta una parte importante del estilo del grupo pues no sólo canta sino que toca el bouzouki, instrumento de cuerda muy popular en el este y el sur de Europa.

Devotchka se completa con Tom Hagerman (acordeón, violín y piano), quien también es cofundador, y Jeanie Schroeder (voz, contrabajo y saxofón) y Shawn King (batería). Juntos han labrado una carrera que ya roza la década y se refleja en 4 discos: Super Melodrama (2000); Una Volta (2003); How it ends (2004) y el más reciente A mad and faithful telling.

El brebaje musical que preparan, y condimentan con el agregado de un sousaphone (una especie de tuba), es de alto octanaje y ha servido para embriagar también a colegas como M. Ward, Calexico y 16 Horsepower; todos impulsores generosos de su música, especialmente a partir de How it ends, que congració a la prensa con la opinión de otros músicos.

Pero no es sino gracias al impulso de Pequeña Miss Sunshine que Devotchka traspone el circuito underground. Urata y King, cantante y baterista, se remontan a sus primeras incursiones por tierras californianas: "La primera vez que fuimos a tocar a Los Ángeles apenas acudieron tres o cuatro personas. La siguiente nadie. Ahora no le tenemos miedo a nada, porque después del film hemos tenido que trasladar conciertos que íbamos a dar en sitios pequeños a otros recintos más grandes por la demanda del público".

Un cuento verdadero y de locura

Para su cuarta producción A mad and faithful telling fichan para el sello Anti (casa de Nick Cave, Neko Case y Antibalas), lo que quizá sea el cambio más notable, aunado a cierto sesgo hacia parajes sonoros un tanto más alegres y menos lóbregos con respecto de lo que venían haciendo. Instrumentalmente, A mad and faithful telling sigue contando con un violín virtuoso, quiebres constantes de ritmo y un acordeón que conduce al ensueño.

Devotchka hace patente que teniendo una actitud rock se puede hacer uso de la música eslava, el mariachi y la cíngara sin perder un ápice de soltura y frenesí; todo lo contrario, la poliritmia es esencial para el sonido de la banda, que en esta ocasión también recurren a cantar algunas frases en español, como ocurre en "Basso Profundo". En trabajos anteriores ya habían probado también con el francés.

El sucesor del ep Curse your little Heart (2006), en el que versionaban a Velvet Underground, Frank Sinatra y Siousxie and the Banshees, entre otros, surgió de un proceso de composición que no sufrió alteraciones. Primero se trabaja la música, para posteriormente vestirla con unas letras, que siguen el propio romanticismo de su naturaleza, según explica Nick Urata, quien preserva un gusto exquisito para crear melodías idílicas, como ocurre con “The clockwisse witness”, donde se muestran cercanos al sonido de Arcade Fire, por mucho una de las mejores bandas del rock del escenario contemporáneo.

Multi-instrumentistas todos, vierten su talento en temas como “Head honcho”, “Strizzalo”, “Blessing in disguise” y "Transliterator", en los que su arte traspone fronteras y tradiciones. Se deben a una actualidad en la que los distintos flujos culturales convergen y se funden en una música nómada que nos reivindica como especie. En el fondo, el planeta es nuestra verdadera patria y la cultura el único pasaporte válido y deseable.

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