- La fiesta technicolor comienza en Brooklyn
Sí uno tiene una banda en que el vocalista tenga el registro gangoso de Bob Dylan, donde el resto de los miembros tiene conocimiento y gusto tanto por los ritmos latinos como por el afro-pop; sí además te conviertes en amistad cercana de los vecinos, que son Vampire Weekend y compartes incluso juergas con ellos, aunado a que agregas a tu sonido algunos riffs de country y haces que de los teclados salten líneas saltarinas, lo único que te falta es convocar a un productor que sea figura de la escena e invitar a un puñado de gente ilustre que vive y pasa por el barrio para que te conviertas en el siguiente gran suceso de Brooklyn y desde ahí trazar tu propio plan para conquistar al mundo.
Para complementar tal ardid, un quinteto de chavales, que arrancaron apenas en 2006, tomaron un nombre de un estilo de baile procedente de Etiopia y consistente en agitar los hombros, popular porque que aparecía en el video de “Lets Get It” de G-dep. El bailecito dominado entre la gente del famoso barrio habitado por gente de color y latinos, principalmente, y denominado como Harlem shake. Una buena decisión pues suena exótico y desparpajado a la vez.
Lo cierto es que Burning Birthdays, el EP con el que debutaron apenas unos meses después de su conformación, tuvo más que generosos comentarios de parte de medios influyentes, que van de Pitchfork a Rolling Stone, pasando por SPIN y The Village Voice, entre tantos otros.
Insertos en el mismo envión en el que se hallan grupos como The Walkmen, White Rabbits y Born Ruffians, la banda generó grandes expectativas acerca de su primer largo, para lo cuál reclutaron a Chris Zane, quien ya había hecho lo propio con Les Savy Fav y Passion Pit; un tipo que conoce de sobra de que va esta chispeante movida neoyorkina.
Y es que Technicolor Health (Gigantic Records, 2009) no decepciona, todo lo contrario; sus canciones pertenecen a un género mutante que acepta casi de todo; guitarras acústicas, metales, percusiones onda world beat y vocales en coro, muy en plan sixties. Pero no se trata de un retorcido ejercicio experimental sino de una festiva andanada de alegre pop bizarro.
Pero no sólo girar con Clap Your Hands and Say Yeah!, Deerhoof y Vampire les vino bien, también fueron invitados por los mismísimos Arctic Monkeys y Beirut. Lo que le sobra a los Harlem Shakes es carisma y buena vibra, por ello no extraña la pasarela de ilustres colegas que pasaron por el estudio a echarles una mano: “En el disco contamos con la experiencia de Stuart Bogie de Antibalas/TV on the Radio al saxo barítono y tenor, Eric Biondo de Antibalas y Beyondo a la trompeta, Kelly Pratt de Arcade Fire y Team B a la trompa, Jon Natchez de Beirut al saxo, Shilpa Ray de Shilpa Ray and Her Happy Hookers y Beat the Devil, Julia Tepper de Frances and The Americans a las voces, y la adorable Larkin Grimm de Young God Recordings en otros coros”, apunta Lex, el líder no oficial y principal cantante.
El resultado de todo ese desfile de personalidades contribuyó a que las 10 canciones tengan una excelente factura y una vibra contagiosa: “Strictly Game”, primer sencillo, explota su lado afro; “Natural man” hace lucir pletóricos los coros y tiene una esencia dylanesca subida de velocidad, mientras que “TFO” presume el trabajo colectivo en todo su poder y “Sunlight” combina al folk con secuencias y programaciones apropiadas para el baile y –predeciblemente- ochenteras. De este tema hay quien dice que suena: “como sí Arcade Fire se inyectaran cafeína mientras manipulan una caja de ritmos”.
Tan sólo de pensar en la posibilidad de un Dylan versión New Wave, o unos coros propios de The Birds aplicados a la pista de baile hacen interesante a estos Harlem Shakes, que tienen en “Niagara falls”, “Radio Orlando” y “Unhurried Hearts” otra gran terna de canciones y reflejo fiel de la propuesta: plantarle la cara al ambiente hostil, actitud positiva, creativo trabajo melódico y reivindicaciones diversas del pasado musical.
Si algo hay que agregar acerca del debut de Harlem Shakes es acerca de su carácter abigarrado, saltarín y, sin duda, multicolor y brillante. A ellos no les preocupa ni las implicaciones acerca del nombre, ya que plantean: “¿eran los Afghan Whigs de Afganistán? ¿son los Tokyo Police Club de Tokyo?”, y mucho menos la idea de que exista en Brooklyn un sonido uniforme: “aunque somos amigos de algunas de las bandas significativas de allí, y estamos inevitablemente influenciados/inspirados por algunos amigos, somos fuertemente independientes”.
Para complementar tal ardid, un quinteto de chavales, que arrancaron apenas en 2006, tomaron un nombre de un estilo de baile procedente de Etiopia y consistente en agitar los hombros, popular porque que aparecía en el video de “Lets Get It” de G-dep. El bailecito dominado entre la gente del famoso barrio habitado por gente de color y latinos, principalmente, y denominado como Harlem shake. Una buena decisión pues suena exótico y desparpajado a la vez.
Lo cierto es que Burning Birthdays, el EP con el que debutaron apenas unos meses después de su conformación, tuvo más que generosos comentarios de parte de medios influyentes, que van de Pitchfork a Rolling Stone, pasando por SPIN y The Village Voice, entre tantos otros.
Insertos en el mismo envión en el que se hallan grupos como The Walkmen, White Rabbits y Born Ruffians, la banda generó grandes expectativas acerca de su primer largo, para lo cuál reclutaron a Chris Zane, quien ya había hecho lo propio con Les Savy Fav y Passion Pit; un tipo que conoce de sobra de que va esta chispeante movida neoyorkina.
Y es que Technicolor Health (Gigantic Records, 2009) no decepciona, todo lo contrario; sus canciones pertenecen a un género mutante que acepta casi de todo; guitarras acústicas, metales, percusiones onda world beat y vocales en coro, muy en plan sixties. Pero no se trata de un retorcido ejercicio experimental sino de una festiva andanada de alegre pop bizarro.
Pero no sólo girar con Clap Your Hands and Say Yeah!, Deerhoof y Vampire les vino bien, también fueron invitados por los mismísimos Arctic Monkeys y Beirut. Lo que le sobra a los Harlem Shakes es carisma y buena vibra, por ello no extraña la pasarela de ilustres colegas que pasaron por el estudio a echarles una mano: “En el disco contamos con la experiencia de Stuart Bogie de Antibalas/TV on the Radio al saxo barítono y tenor, Eric Biondo de Antibalas y Beyondo a la trompeta, Kelly Pratt de Arcade Fire y Team B a la trompa, Jon Natchez de Beirut al saxo, Shilpa Ray de Shilpa Ray and Her Happy Hookers y Beat the Devil, Julia Tepper de Frances and The Americans a las voces, y la adorable Larkin Grimm de Young God Recordings en otros coros”, apunta Lex, el líder no oficial y principal cantante.
El resultado de todo ese desfile de personalidades contribuyó a que las 10 canciones tengan una excelente factura y una vibra contagiosa: “Strictly Game”, primer sencillo, explota su lado afro; “Natural man” hace lucir pletóricos los coros y tiene una esencia dylanesca subida de velocidad, mientras que “TFO” presume el trabajo colectivo en todo su poder y “Sunlight” combina al folk con secuencias y programaciones apropiadas para el baile y –predeciblemente- ochenteras. De este tema hay quien dice que suena: “como sí Arcade Fire se inyectaran cafeína mientras manipulan una caja de ritmos”.
Tan sólo de pensar en la posibilidad de un Dylan versión New Wave, o unos coros propios de The Birds aplicados a la pista de baile hacen interesante a estos Harlem Shakes, que tienen en “Niagara falls”, “Radio Orlando” y “Unhurried Hearts” otra gran terna de canciones y reflejo fiel de la propuesta: plantarle la cara al ambiente hostil, actitud positiva, creativo trabajo melódico y reivindicaciones diversas del pasado musical.
Si algo hay que agregar acerca del debut de Harlem Shakes es acerca de su carácter abigarrado, saltarín y, sin duda, multicolor y brillante. A ellos no les preocupa ni las implicaciones acerca del nombre, ya que plantean: “¿eran los Afghan Whigs de Afganistán? ¿son los Tokyo Police Club de Tokyo?”, y mucho menos la idea de que exista en Brooklyn un sonido uniforme: “aunque somos amigos de algunas de las bandas significativas de allí, y estamos inevitablemente influenciados/inspirados por algunos amigos, somos fuertemente independientes”.
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