lunes, 13 de diciembre de 2010

Enrique Morente, hasta pronto!


Enrique Morente transformó al flamenco y de paso creó uno de los discos más transgresores del siglo XX, Omega (junto a Lagartija Nick), donde incluye versos de Federico García Lorca y Leonard Cohen, entre otros. Falleció a los 67 años de edad, apenas algunos días después de haber cantado delante del Guernica de Picasso, a quien dedicaría un nuevo disco abriendo el 2011. Aquí ofrecemos un texto sobre su pasada entrega discográfica a modo de homenaje a un Cantaor único, a una voz capaz de derribar a una muralla, a un creador libérrimo e irreductible.

Enrique Morente o de las raíces del flamenco
Si existe un territorio musical donde la tradición se defienda con celo y algo de fanatismo es el del flamenco. Los viejos maestros y los eruditos calculan y valoran con tiento cada incursión para aquilatarla o desterrarla de los círculos ancestrales. Es por ello, que al cante le cuesta tanto tirar para adelante. Casi siempre se insiste en que a lo hecho por los artistas de leyenda no se le supera, si acaso se le iguala.
Pese a cierta inercia conservadora, de cuando en cuando surgen figuras que a través de su hacer son capaces de renovar el pasado y proyectar su arte hacia el futuro. Así lo ha hecho el granadino Enrique Morente (1942), que si bien comenzó su carrera apegado a las formas y estructuras históricas del flamenco halló la manera para alimentarlo de referencias poéticas y coqueteos con otros ritmos y escuelas más contemporáneas, como lo es el rock.
En su discografía conviven desde trabajos de línea pura como Cante Flamenco (67), acompañado por Félix de Utrera y Nueva York/Granada, Morente-Sabicas (90), la última grabación del maestro navarro de la guitarra, con obras de una inmensa capacidad rompedora como su Misa flamenca (91), con textos de San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Lope de Vega y Juan de la Encina; Omega (96) junto al grupo de rock granadino Lagartija Nick y numerosos artistas del flamenco, como Vicente Amigo y Tomatito, para adaptar poemas de Federico García Lorca y temas del cantautor canadiense Leonard Cohen. Este disco ha sido todo un referente en la revolución del flamenco e incluso se presentó en México en 2008. Otro trabajo en el que abreva de fuentes literarias es Morente sueña la alhambra (05), revisando autores hispanos y moros.
La gran capacidad interpretativa de Morente le ha llevado a montar, en 1988, el espectáculo El loco romántico, basado en Don Quijote de la Mancha, a presentarse ante la Catedral de Barcelona, acompañado de las Voces Búlgaras y más recientemente en el Festival Primavera Sound 2008, aclamado por un público joven y eminentemente rockero.
Pero en su trayectoria no existía un disco grabado en directo y concebido como tal. Por lo que decidió que el sucesor del álbum dedicado a Picasso, Pablo de Málaga (08), fuera su primer material en vivo y que obedece a una petición directa de su esposa Aurora, quien le pedía hacer un disco para la familia, totalmente flamenco, para que se despegará de “los discos raros que suele hacer”.
Así es como surge Morente Flamenco (Universal, 09), una revisión generosa y amplia de los distintos palos –claro, no están todos- en compañía de cinco guitarristas de primera línea: Juan y Pepe Habichuela, Rafael Riqueni, David Cerreduela y Juan José Suárez “Paquete”.
Este repaso a las raíces del género incluye homenajes a sus maestros, como la serrana de Pepe de la Matrona y los tientos a Sernita de Jerez, además del repaso a “Tangos de la vida”, “Soleá de los cañaverales” y “Fandangos naturales”.
El único tema inédito es el que abre y cierra la sesión. “Nana de Oriente” está dedicada “a las madres que han perdido a sus seres más queridos en guerras y cruzadas” y en ella aparecen sus hijas Estrella –de amplio reconocimiento- y Soleá –prácticamente haciendo su debut-. A ellas se suma un coro de niños –en el que están los nietos- para crear una atmósfera de tintes nostálgicos en esta bulería.
Considerado la primera figura del cante, cada proyecto de Morente despierta gran atención mediática. Es un hombre acostumbrado a tratar con la prensa, Pero no deja de sorprender la sinceridad humilde con la que aborda el comienzo de su carrera, que tuvo, en la década de los setenta, una importante estancia en suelo nacional. Cuando el periodista Luis Troquel se remonta a la pervivencia en el tiempo del cantaor, Enrique hace memoria: “A mí, cuando me preguntan dónde aprendí a cantar, tengo que decir: en México. Todo el mundo cuenta que aprendió en las cuevas, con su tía no sé qué, con su abuelo no sé cuántos, qué si soy nieto de tal y heredero de cuál dinastía… Pero en mi caso no fue así. Claro que le debo mucho al arte que tenía mi madre, que cantaba de maravilla aunque no se dedicara a ello, pero yo me encontré a mí mismo en México. Yo soy casi más mexicano que español”.
En nuestro país editó primero un disco-homenaje a Miguel Hernández (71) y convivio con artistas e intelectuales del exilio, entre ellos, Paco Ignacio Taibo I, que frecuentemente invitaba a españoles a comer y donde surgió una anécdota sensacional: “Todos los días aparecíamos unos cuantos caraduras a comer. Todos en una mesa muy larga… Había un tipo que casi no hablaba pero se reía mucho con las tonterías que decíamos el guitarrista y yo… y al cabo de unos años me cultivo un poco más, cojo algo de cultura, y un amigo me regala un libro que se llama Pedro Páramo y digo: ¡Pero si este es Juanito!”.
Así es el hombre del que se dice que "ha inventado el cante del siglo XXI". Un respetuoso de las fuentes de las que ha abrevado, al tiempo que ha sabido transgredir barreras y clichés: “El flamenco está ligado a muchos tópicos, a mentalidades casi islámicas. Dogmas y confusiones no dejan libre el oído. Me parece grave que sectores del flamenco adopten una actitud de partido político dentro del arte, atacando a unos y defendiendo a otros. Entender el flamenco, aun sin estar metido en este mundo, lo entiende todo el que sabe escuchar".

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