viernes, 24 de abril de 2009

Harlem shakes: ¿Dylan era new wave? ?The birds sobre una pista de baile?



  • La fiesta technicolor comienza en Brooklyn


Sí uno tiene una banda en que el vocalista tenga el registro gangoso de Bob Dylan, donde el resto de los miembros tiene conocimiento y gusto tanto por los ritmos latinos como por el afro-pop; sí además te conviertes en amistad cercana de los vecinos, que son Vampire Weekend y compartes incluso juergas con ellos, aunado a que agregas a tu sonido algunos riffs de country y haces que de los teclados salten líneas saltarinas, lo único que te falta es convocar a un productor que sea figura de la escena e invitar a un puñado de gente ilustre que vive y pasa por el barrio para que te conviertas en el siguiente gran suceso de Brooklyn y desde ahí trazar tu propio plan para conquistar al mundo.

Para complementar tal ardid, un quinteto de chavales, que arrancaron apenas en 2006, tomaron un nombre de un estilo de baile procedente de Etiopia y consistente en agitar los hombros, popular porque que aparecía en el video de “Lets Get It” de G-dep. El bailecito dominado entre la gente del famoso barrio habitado por gente de color y latinos, principalmente, y denominado como Harlem shake. Una buena decisión pues suena exótico y desparpajado a la vez.

Lo cierto es que Burning Birthdays, el EP con el que debutaron apenas unos meses después de su conformación, tuvo más que generosos comentarios de parte de medios influyentes, que van de Pitchfork a Rolling Stone, pasando por SPIN y The Village Voice, entre tantos otros.

Insertos en el mismo envión en el que se hallan grupos como The Walkmen, White Rabbits y Born Ruffians, la banda generó grandes expectativas acerca de su primer largo, para lo cuál reclutaron a Chris Zane, quien ya había hecho lo propio con Les Savy Fav y Passion Pit; un tipo que conoce de sobra de que va esta chispeante movida neoyorkina.

Y es que Technicolor Health (Gigantic Records, 2009) no decepciona, todo lo contrario; sus canciones pertenecen a un género mutante que acepta casi de todo; guitarras acústicas, metales, percusiones onda world beat y vocales en coro, muy en plan sixties. Pero no se trata de un retorcido ejercicio experimental sino de una festiva andanada de alegre pop bizarro.

Pero no sólo girar con Clap Your Hands and Say Yeah!, Deerhoof y Vampire les vino bien, también fueron invitados por los mismísimos Arctic Monkeys y Beirut. Lo que le sobra a los Harlem Shakes es carisma y buena vibra, por ello no extraña la pasarela de ilustres colegas que pasaron por el estudio a echarles una mano: “En el disco contamos con la experiencia de Stuart Bogie de Antibalas/TV on the Radio al saxo barítono y tenor, Eric Biondo de Antibalas y Beyondo a la trompeta, Kelly Pratt de Arcade Fire y Team B a la trompa, Jon Natchez de Beirut al saxo, Shilpa Ray de Shilpa Ray and Her Happy Hookers y Beat the Devil, Julia Tepper de Frances and The Americans a las voces, y la adorable Larkin Grimm de Young God Recordings en otros coros”, apunta Lex, el líder no oficial y principal cantante.

El resultado de todo ese desfile de personalidades contribuyó a que las 10 canciones tengan una excelente factura y una vibra contagiosa: “Strictly Game”, primer sencillo, explota su lado afro; “Natural man” hace lucir pletóricos los coros y tiene una esencia dylanesca subida de velocidad, mientras que “TFO” presume el trabajo colectivo en todo su poder y “Sunlight” combina al folk con secuencias y programaciones apropiadas para el baile y –predeciblemente- ochenteras. De este tema hay quien dice que suena: “como sí Arcade Fire se inyectaran cafeína mientras manipulan una caja de ritmos”.

Tan sólo de pensar en la posibilidad de un Dylan versión New Wave, o unos coros propios de The Birds aplicados a la pista de baile hacen interesante a estos Harlem Shakes, que tienen en “Niagara falls”, “Radio Orlando” y “Unhurried Hearts” otra gran terna de canciones y reflejo fiel de la propuesta: plantarle la cara al ambiente hostil, actitud positiva, creativo trabajo melódico y reivindicaciones diversas del pasado musical.

Si algo hay que agregar acerca del debut de Harlem Shakes es acerca de su carácter abigarrado, saltarín y, sin duda, multicolor y brillante. A ellos no les preocupa ni las implicaciones acerca del nombre, ya que plantean: “¿eran los Afghan Whigs de Afganistán? ¿son los Tokyo Police Club de Tokyo?”, y mucho menos la idea de que exista en Brooklyn un sonido uniforme: “aunque somos amigos de algunas de las bandas significativas de allí, y estamos inevitablemente influenciados/inspirados por algunos amigos, somos fuertemente independientes”.

sábado, 18 de abril de 2009

La Bien querida: ¿de qué hablamos cuando hablamos de amor?


Sin duda, lo mejor que puede decirse de Romancero es que se trata de un disco destinado a convertirse en un clásico inmediato de la España contemporánea y es que posee un encanto y una simplicidad abrumadores. De hecho, la primera frase que lo compone dice: “Te estuve esperando, toda la tarde, toda la noche, tu no aparecías y yo no sabía que hacer”.
Lírica silvestre, una voz delicada que mucho recuerda a Jeannette y una personalidad envolvente. Aquí menos no sólo es más, lo es todo. La propuesta de La bien querida es harto sencilla pero nos hace rozar el cielo, paladear unos instantes de eternidad.
Ana Fernández Villaverde nos confirma que la canción no pasará jamás y comienza su leyenda después de haber grabado uno de los demos más apreciados y perseguidos en años, y que provocó que personajes claves del rock hispano, como Luis Calvo y Jesús Llorente se entusiasmaran tanto como cuando escucharon por primera vez las canciones de Family, Los Planetas o El Sr. Chinarro.
Fue precisamente este último artista quien animó a esta mujer a dar sus primeros pasos, a grabar su maqueta (con Horacio Nistal y Edu de Waldorf Histeria) y presentarse luego en público, fungiendo como acompañamiento. Aunque también estaban ahí Jota y David Rodríguez (Beef y La Estrella De David), que ahora funge también como productor del debut, arropado por una de las indies más influyentes de aquellos lares: Elefant Records.
Tras un fervor inesperado provocado por su My space (medio por el que conoció incluso a su productor), sus escasas presentaciones y su voz, Ana se apartó momentáneamente de su carrera como pintora, que le había brindado su único contacto con la industria musical al realizar un óleo para la portada de Grandes éxitos y fracasos (Episodio I), una compilación de Extremoduro.
Precisamente en un impasse de su trayectoria como artista plástico fue que decidió bajarse de internet algunos acordes e incursionar con la guitarra. Ya que su padre es músico, algún gen le ayudó a dominar el instrumento con rapidez para componer canciones que son como manifiestos de una chica frágil y sensible que es toda verdad: “tengo miedo que en algún descuido me rompas de un golpe el corazón”
A la postre, Romancero se integró con nuevas versiones de los 7 temas del célebre demo que le antecede, más cinco composiciones recientes, en las que Rodríguez vertió toda su pasión por el pop de orfebrería: guitarras acústicas, percusiones discretas, pinceladas de flamenco ligero, flautas, teclados etéreos, etc. Todo dispuesto para que lo que luzca sea la voz de La bien querida, siempre en primer plano y por momentos casi a capella.
Un álbum que es todo amor, más aun si tomamos en cuenta que Ana y David se liaron sentimentalmente durante la grabación, por lo que es ensoñador e intenso, aun en los momentos menos evidentes, como en la fantástica y marcial “Corpus Christi”: “Los aeronautas hablan de la eflorescencia del aire en invierno y los astrofísicos del sol y las estrellas en el universo”. Mientras esto pasa, la chica se rompe en pedazos ya que transcurren 4 días sin ver al objeto del deseo.

Ana ha tomado todo el barullo con naturalidad y templanza, utilizando las tablas con las que ya contaba como pintora y señalando los puntos de contacto entre ambas disciplinas: “Para mí hay una conexión total entre música y pintura. Un cuadro y una canción son temática, composición, armonía y tonalidad”.

Nacida en Bilbao, hija única de un pareja interesada en la cultura, arribó a Madrid con 20 años para dedicarse a las artes plásticas pero el éxito le ha llegado a través de la música y eso que ella sólo pretendía entretenerse con canciones simples al estilo Mojave 3, pero “De momento abril” y “El zoo absoluto” tienen la elegancia y la finura del pop de las más alta estirpe. Ella es una princesa que viste de andaluza en la portada de un disco que va a estar entre nuestros “bien queridos” por largo tiempo.

Nos viene de lo mejor contar con una mujer que suelta verdades sencillas pero inapelables y que además canta en castellano. De hecho se sincera con la prensa española acerca de la naturaleza de sus canciones: “A mí no me avergüenza decir ‘amor’ o ‘enamorarme’ en una canción. Lo que me produciría pudor sería dar vueltas sobre esa idea sin enfrentarme a ella. Canto sobre experiencias personales y por el momento se trata tan sólo de canciones de amor porque no me salen de otra forma. Mis libros de cabecera no tienen nada que ver con la temática amorosa, son cosas como Petrarca, Lucrecio, Cioran, Breton… Me encantaría hacer letras que tratasen sobre la astronomía, la botánica o las aves exóticas, pero de momento no me salen, no hay manera”.

Por si la naturaleza orgánica de 11 canciones no fuera bastante para seducirnos, una de las viejas canciones estuvo a punto de quedar fuera de no ser por que decidieron darle un tratamiento electrónico. Así “9.6” suena incluso un poco “bakalao” para su autora, pero se ha convertido en un auténtico rompepistas que pronto contará con versión extendend. Algo que para el productor era una versión a modo de broma de mal gustó será la que alcance la mayor difusión mediática.

La saga de poesía callejera un tanto naive acompañada de música de ensueño, a la usanza de bandas como La Buena Vida y Le Mans, ya tiene otra obra mayor que desentraña ese peculiar enigma que ya planteara Raymond Carver en uno de sus mejores libros: ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? ¡Larga vida a La Bien querida!

domingo, 12 de abril de 2009

Elvis Perkins in Dearland


La tragedia se ha ceñido sobre la familia de Elvis Perkins, por lo que la fatalidad le ha hecho sombra al trabajo de un compositor dedicado, minucioso y valiente. Ash Wednesday, su debut, no alcanzó todo el reconocimiento que se merecía pero lo puso en camino: un chico blanco, conocedor de la tradición norteamericana y fino letrista.
Creando un vínculo más estrecho con el trío que lo acompaña, se presenta ahora como una unidad y profundiza en su trabajo con la negritud: del blues al góspel, de los pantanos de Lousiana a las calles de Nueva Orleans. Se muestra como un Huckleberry Finn del folk-rock y sorprende a propios y extraños cuando alcanza registros que en mucho nos recuerdan al Bob Marley más acústico, como es patente en“Shampoo”, el tema de apertura del disco Elvis Perkins in Dearland (XL Recordings, 09)
En “’l´ ll Be Arriving” utiliza el sonido de las cadenas que agitaban los esclavos y logra un efecto poderoso en su terrible alusión. Sus temas son profundos y su postura abierta, no sobredramatiza ni sobre sí mismo ni sobre el mundo, pero sí pone el dedo en las llagas, en las heridas. Al dedicarse a estos menesteres no puede negar todas las enseñanzas de aquel que se apellida Dylan; ni hablar, es un enorme paradigma.
En fin, que los vientos del pasado soplan huracanados en un disco distante de las modas. Metales campiranos, metáforas robadas de tiempos idos… el pasado deja una pátina imposible de quitar de este otro Elvis, un vaquero dispuesto a cabalgar en esta época, temas como “Doomsday”, “Chains, Chains, Chains” y “Send My Fond Regards To Lonelyville” nos invitan a recorrer con él sus propias praderas.

Extraperlo: el sonido más cálido y festivo del Mediterráneo


Hace tiempo que la escena española está produciendo artistas muy propositivos, más allá del estrato comercial con el que nos castiga la industria. Ya no son casos aislados, el conjunto es nutrido y su postura es transgredir fronteras y tender puentes con otros territorios, lo que de hecho se da en su factura, ahora falta que se de en su difusión.
Alguien puede decirme: ¿Porqué se perdió el nexo entre México y el movimiento contemporáneo musical hispano? Es buen momento sin duda para prestar atención a grupos tan anchos de miras como Extraperlo, que buscan incluso tomar gran distancia con lo hecho por las grandes estrellas locales de los últimos tiempos, como Los planetas o La habitación roja.
Interesados por devorar el mapamundi sonoro, toman prestados ecos africanos, pasajes latinos y bases electrónicas para trazar su Mediterráneo del presente. Su debut Desayuno continental (Mushroom Pillow, 09) es cálido, soleado y festivo, y se inserta en esa tendencia de grupos que no cantan propiamente sus temas, casi los recitan, los dicen sin énfasis y acento. Al perder a su baterista, estuvieron en ruta para consolidar su personalidad: una vieja caja de ritmos, programada con simplicidad, puede dar un soporte muy en “onda”.
Aquí hay canción pop, bossa mutante, resabios tecnosos y condimentos diversos. Tras la escucha de piezas como “Las palmeras del amor”, “Bañadores” y “Entre las plantas” se perciben las acotaciones de Vampire Weekend y el reciente suceso español conocido como El guincho, que colabora con su tambache percusivo, y con el que comparten bajista.
Pinceladas de calypso y matices tropicalistas dan cierto toque a un disco que no carece de buenos temas, como los ya mencionados, y a los que hay que sumar “Negroni” y “Wornie”. Quizá el único “pero” sea esa manía tan ibérica de dejar el nivel de la voz fundido con el resto de los instrumentos, aunque se aprecia una decisión intencional del todo.
11 canciones para musicalizar una primavera ardiente y vacacional. Nuevos vientos soplan desde la vieja Hispania.

Cómo alcanzar el cielo desde Escocia


Aidan Moffat es un tipo robusto y barbado, de mediana edad, que decidió poner fin a su banda en el mejor momento de su carrera. En 2005 puso fin a Arab Strap con quien hacía canciones con frases tan rudas como: “el sexo sin amor es un paseo recomendable, pero el amor sin sexo está a un segundo de la muerte”. A partir de entonces este hosco sujeto y atento observador tuvo que reinventarse inventando una banda que le acompaña y a la que modestamente llamó The Best Of´.
Para completar su tour de forcé dejó de lado las aseveraciones lapidarias para componer su primer disco dedicado por completo al amor en sus distintas manifestaciones, pues dedicó una canción a su fallecido padre que ahora se aparece como fantasma y otra a su hijo que estaba por nacer y donde le cuenta que estaba muerto de miedo por su llegada (una vez en este mundo tuvo la ocurrencia de ponerle por tercer nombre: ¡Batman!).
Tomó el título para el álbum, How to Get Heaven from Scotland (Chemikal Undregorund, 09) de un panfleto que le dejaron en su puerta sus religiosos vecinos del sur de Glasgow, ciudad que de alguna manera influye en su sonido scotish y en estos temas de baja velocidad que ahora ensaya. El hombre sabe lo que quiere contar y no le importa tener una gran voz o dificultades para hacer cuadrar la melodía; él va a lo suyo y disfruta de su entera libertad para prácticamente decir las canciones o insertar sonidos ambientales o el latido de su hijo recién nacido.
Puede citar sin pudor a Pat Benatar que hacer una lista con los nombres de sus ex – novias (con todo y que es casado) o confesar su afición por contemplar jovencitas cuando se puede. Tanta sinceridad se agradece; no es abundante en los tiempos que corren y menos si se mezcla con grandes dosis de inteligencia como en “Atheist Lament” –una belleza lenta-.
Aidan se sabe un artista confesional, sórdido y cínico, para completar la humorada publicó este álbum el 14 de febrero. Aquí la vida es la más infinita de las bromas y transcurre a baja velocidad.