martes, 22 de febrero de 2011

Nick Hornby, un novelista converso a la canción; Ben Folds, un músico usando letras ajenas


Nick Hornby es un escritor que se ha ganado nuestra confianza por la veracidad que suele emanar de su prosa –y no es que siempre se mueva en clave autobiográfica-; se trata más bien de un tipo que suele exprimir el tuétano a la existencia y contar las intimidades –incluso más nimias- de un cotidiano al más puro estilo británico. Ya sea desde de las furiosas tribunas de los hinchas del Arsenal (Fiebre en las gradas), a partir de la perspectiva de un melómano en plena crisis de la edad adulta (Alta fidelidad), o bien como un patineto adolescente que se convierte en padre prematuro (Todo por una chica).
Egresado de la Universidad de Cambridge y en algún momento colaborador de Esquire, The Independent, GQ y Time, en sus libros se desborda la crónica de la clase media inglesa, aunque curiosamente ha puntualizado que sus principales referencias literarias proceden del otro lado del Atlántico: “siento que la escritura americana me ha formado mucho más que la propia. Es esa sencillez e inclusividad americana, su alma, su carencia de alusión. Mis propios héroes y modelos literarios, la gente que hizo que quisiera escribir, fueron todos americanos: Lorrie Moore, Tobias Wolff, Carver, Ford, Roth”.
El gran público lo descubrió no por su faceta de Dj o de spoken Word –que eventualmente aborda- sino por la adaptación cinematográfica de An Education (con Hugh Grant como protagonista). La buena racha llevó al autor de 31 canciones a organizar una celebración en la que estuvo presente su buen amigo Ben Folds, de quien eligió el tema “Smoke” para disertar en aquel libro.
Pese a que el músico norteamericano le contó que estaba tratando de asimilar a los grupos conformados por universitarios que interpretan a capella sus temas, Hornby le convenció para que trabajara con algunas letras que iría componiendo y que le haría llegar por mail. Así el novelista probaría con la idea del songwriter y el compositor debería de arreglárselas con textos ajenos.
Nonesuch Records se convirtió en el sello que albergaría a Lonely Avenue (10), un proyecto que para el escritor resultó muy equilibrado: “tiene su propia voz, que viene de algún lugar entre nosotros dos”, mientras que Folds le cede el protagonismo al debutante: “Me sentía como si hubiera encontrado una rareza en eBay o algo así. Nick debería haberlo hecho antes, pero es su primer gran esfuerzo y siento como si yo realmente estuviera de más.”

Ben trazó perfectamente la ruta de creación: preparó todo junto a su habitual cómplice Paul Buckmaster, colaborador nada menos que de Miles Davis, Elton John, Leonard Cohen y David Bowie; luego se trasladó a los míticos Abbey Road para grabar y masterizar, pensando siempre en el vinilo como formato fundamental y luego en sus otras versiones.


El resultado dista mucho de ser vanguardista, más bien raya en lo old school. Era presumible que los tiros irían más en la ruta de canciones de tufo oldie, quizá con Elvis Costello o Joe Jackson en mente. A fin de cuentas, las historias no se alejan de ese sabor tan agridulce que nos deja Nick en la mayoría de sus textos: En “Picture Window” una madre cuida a su hijo recluido en un hospital mientras observa los fuegos artificiales de Año Nuevo por la ventana; mientras que “Belinda” se remonta al ocaso de una carrera artística con más pena que gloria. Aunque su capacidad irónica se concentra en “Levi Johnston’s Blues”, dedicada al joven que embarazó a la hija adolescente de la pre-candidata republicana a la presidencia de los estados Unidos, Sarah Palin, y al que luego le dio por dedicarse al porno.

El contexto narrativo era preciso, por lo que Folds colocó por allá una sección de cuerdas, acá confeccionó una balada, jugueteó también con el pop de cepa, pero, ante todo, fue el responsable de cantar los temas, algo que sin lugar a dudas Nick no podía llevar a cabo. Sobre el papel desarrollado, Ben acota: “Al componer la música tuve que recorrer la gama que va de ser lo más simple a convertirme en Shostakovich”.
Por supuesto que la capacidad de Folds quedaba de manifiesto, no sólo en álbumes como Naked Baby Photos (98), The Unauthorized Biography of Reinhold Messner (99), sino también por su capacidad de improvisación. A comienzos del año organizó un concierto dedicado a la red social Chatroulette, que se dedica a enlazar desconocidos sin ningún vínculo aparente. Las personas aparecían en la pantalla y tras una muy breve intervención sobre quien eran, el compositor les dedicaba una cancioncilla. Varias versiones del acontecimiento ahora pueden verse en internet, por lo que un tipo que se conectó sentado en la taza del baño y con el rollo de papel bajo el brazo ha sido visto ya por más de 5 millones de personas. Curiosa manera de ceder parte de la intimidad, en una humorada muy del sello Folds.
En ese tenor, cierta parte maliciosa de la prensa –considerando el buen oficio letrístico de ambos involucrados- le recomendaba a Hornby que cuando vuelva a acumular grandes letras, mejor se las mande a un tipo que en verdad las necesite, como Liam Gallagher de Oasis. Pero no hay que olvidar que Lonely Avenue surge antes que otra cosa por el fuerte nexo de amistad que procede de varias años atrás, tal como lo cuenta el norteamericano: “En uno de mis primeros conciertos- como Ben Folds Five- probablemente cuando Alta Fidelidad estaba en su apogeo, Nick estuvo en uno de ellos. Si hubiera sabido que el muchacho cuyo libro estaba leyendo estaba allí, me hubiera puesto bastante nervioso. Incluso aunque no llegamos a conocernos, ahí fue donde empezó todo: él estaba escuchando mi disco mientras que yo leía su libro al mismo tiempo”.




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