lunes, 23 de agosto de 2010

!!! o la danza ritual del clima extraño


Una de las mejores propiedades que posee la música es que se trata de una expresión simple y directa, que en muchísimas ocasiones requiere de pocas explicaciones. Sencillamente, captura los sentidos, se va resbalando por la piel y atrapa primero el cuerpo para luego apoderarse de tu mente. Es una experiencia en sí misma que no requiere de ningún diccionario; es un lenguaje universal de acceso y disfrute inmediato.

Así que lo mejor que puedo decir de un grupo como !!!, es que me provoca esa excitación sensible que sólo una música libre, descarada y poderosa puede producir. Strange weather, isn't it? es apenas su cuarto largo en una carrera dilatada que se remonta a 1995, cuando se congregaron en Sacramento, California y aun no imaginaban su mudanza a Nueva York, donde se convertirían en uno de los emblemas andantes del punk funk, una andanada excitante en la que en su momento cabían desde The Rapture a unos esquivos LCD Soundystem, donde ahora milita su bajista original.

Pero antes que seguir en la ruta historiográfica, prefiero detenerme en el solaz que provoca “Made of Money”, el último corte del disco, pues además de que cierra el disco en todo lo alto y nos deja con el cuerpo lleno de endorfinas, representa la última pieza grabada por Jerry Fuchs, baterista que muriera en un accidente ocurrido en el elevador de un estacionamiento de autos.

Sin duda, se trató de una perdida grande para un grupo que se mueve como un colectivo, sin líder preponderante y con tan buena vibra que incluso montaron un proyecto paralelo, conocido como Out Hud (ahora desintegrado para siempre).

Strange weather, isn't it? (Warp,10) no se anda por las ramas; de inmediato se sienten esas gruesas líneas de bajo, las bases machaconas –que ahora casi rozan el drum & bass o el kraut rock- y las líneas melódicas que cortan en fragmentos el aire. Aquí hay una pátina de autor más que un descubrimiento. Más bien engrandecen una historia de baile tribal que arrancó con dos sencillos tremendos como “Take ectasy with me” y "Me And Giuliani Down By The School Yard (A True Story)", publicado en junio de 2003, y en el que retaban al mismísimo alcalde de Nueva York, célebre por sus políticas de cero tolerancia y que estableció fuertes medidas en contra de las discotecas y bares de concierto.

Pero fue con su anterior trabajo que todo lo sembrado dio frutos. Myth takes (07) despertó gran entusiasmo a partir de la contundencia de dos temas: “Heart to hearts” y “Must be the moon”. El grupo siempre ha mostrado gran solvencia sobre la parte instrumental y se sienten cómodos moviéndose, digamos que a media tabla, de la liga mundial del rock. Gozan de un prestigio underground y no parece que les obsesione el convertirse en cabezas de cartel de los grandes festivales. Sus canciones son robustas y contagiosas; conforman la médula de su oficio sin que la fama se convierta en un lastre.

Aprovechando un promisorio panorama que se les abría, optaron por moverse a Berlín para fraguar su siguiente largo, que presentaron al mundo a través del sencillo “AM/FM”, que se podía descargar de forma gratuita desde la web del grupo, en formato de un alucinado video dirigido por Black Dice.

A lo largo de los 11 temas que lo conforman se siguen explayando en la duración y dando gran importancia a los pasajes instrumentales. Se nota de sobra que Nic Offer, Mario Andreoni, Daniel Gorman, y Allan Wilson (miembros de antaño) y los recién llegados, Shannon Funchess (vocalista del grupo Light Asylum y colaboradora de gente como TV On The Radio y Telepathe) y el baterista Paul Quattrone (antes en la banda Modey Lemon) se lo pasan bárbaro.

Y ello podemos sentirlo en canciones como “The most certain sure”, “Wannagain, wannagain” (con un tremendo bajeo funk), “Jamie, my intentions are bass” y “Steady as the sidewalk cracks”.

Chk chk chk saben congraciarse tanto con la profesión como con los elementos externos. Intuyen que tienen esa capacidad para prender fuego a ese clima extraño que les rodea. Ante la indiferencia y frialdad que suelen transmitir las ciudades, este combo apuesta por un trance ritual a través del baile y la música. Podríamos definirlos como hedonistas inteligentes.

Si bien en la literatura Enrique Vila Matas se ha encargado de enfatizar el encanto y atracción de los llamados escritores raros o excéntricos, es tiempo de que hagamos algo parecido en términos de músicos. Sin duda, que existe como un tronco central en donde caben los grandes monstruos –que acaban siendo monolitos institucionalizados-; lejos del núcleo de esta arborescencia –en sus ramas lejanas- existen prodigios algo retorcidos, con formas poco comunes que se destacan.

Esta banda tiene tintes tan disfrutables como su nombre mismo, que tomaron de la terminación de las películas de la saga de Los dioses debe estar locos; producciones ochenteras donde un bosquimano enfrentaba la maldición de la cultura occidental encarnada en una botella de Coca-cola. Haberse bautizado con tres signos de admiración igual los hace una de las búsquedas más difíciles de Internet –si se teclean tal cual, no aparece nada-.

Si en el mundo de hoy el clima se muestra cada vez más y más enrarecido, al menos tenemos con nosotros a un disco cuyas propiedades convierten a su escucha en un ritual –que como las danzas primitivas- aleja al mal karma y trae consigo todo tipo de parabienes. Una vez más, la música y el baile nos harán libres.