jueves, 29 de octubre de 2009

El arte extremo de Joe Crepúsculo


Chill Out es su tercer Lp

Da gusto encontrar en el panorama musical contemporáneo una propuesta que sea tan peculiar, tan torcida, tan irritante y seductora. El personaje conocido como Joe Crepúsculo se coloca detrás de una baraja de añejos teclados, usa cajas de ritmo de otras eras y tiene una habilidad para la composición que puede convertir a San Agustín en su letrista principal y acuñar una frase de combate como “Ama y haz lo que quieras”, también puede usar con orgullo y cinismo un fragmento de Barbra Streisand o Elton John para bautizar alguna de sus canciones.

Joel Iriarte (nombre de pila de Crepúsculo) sabe como hacer eclosionar estéticas e ideologías y lograr que la gente se cuestione si lo suyo es ultracursi, kitsch de veta intelectual, o si alcanza a rayar de plano en la corriente del feismo. A fin de cuentas, hace canciones que sueltan frases que calan, que pueden seducir o repeler por igual.

Quien también funge como tecladista del grupo Tarántula, hizo del 2008 el año que lo convirtió en un suceso en su natal España. Ganador del disco nacional del año según la influyente revista Rockdelux, no sólo publicó Supercrepus –que lo hizo célebre-, unos meses antes debutó con Escuela de zebras. Ambos trabajos fueron ofrecidos gratuitamente a través del portal de Producciones Doradas, lo que no obstó para que posteriormente le fuera muy bien en cuanto a ventas.

Acostumbrado a trabajar como Joe en solitario, tuvo que inventarse una banda (los destructores) para hacer frente a la gran cantidad de directos que lo reclamaban. En unos cuantos meses dejó su empleó digitalizando documentos antiguos en una biblioteca para ser un músico de tiempo completo. Canciones como “Amar en tiempos de Democracia” transformaron drásticamente su situación, tan es así que aunque en esencia no haya cambiado se perciben cambios notables en su tercera entrega.

Para empezar, Chill out (Discoteca Oceáno, 09) no tiene tantos temas –es mucho más breve-, pero posee un sonido trabajado, mucho más “profesional” o pulcro con relación al acabado rústico de sus anteriores materiales.

Artistas y proyectos de esta naturaleza corren el riesgo de perder la gracia si se les liman las asperezas, si se aburguesan de la noche a la mañana; si la felicidad y el éxito los arropa, pero afortunadamente Crepúsculo se mantuvo indemne. Ahora contó con mayores recursos y mejores condiciones, pero lo despatarrado y verbenero no lo perdió, si acaso bajo la velocidad en algunos cortes.

Lo principal tras escuchar la cosecha reciente es reflexionar si en verdad en el pasado le interesaba la onda low fi o el tipo de sonido pasaba por la estrechez de infraestructura y presupuesto; lo que conlleva a pensar si la actitud para con el kitsch no se basa estrictamente en el humor y para él la cosa es seria al 100% y parte del chiste un aspecto involuntario.




En esta docena de canciones chillouteras destaca la presencia de músicos reales y no sólo cachivaches tecnológicos; ahora lucen a pleno pianos, guitarras eléctricas y acústicas, acordeones, saxos y baterías reales, en lo que para su autor es el álbum más oscuro a la fecha, sin que por ello falten al menos tres estruendosas joyas de techno-dance: “Ritmo mágico”, “Diriri Diririra” y “Todo lo bello es gratis”, donde al sonido ya conocido se agrega una guitarra española que le da una nueva dimensión a lo que a la postre es también una pegadiza canción anarquista.

Abrigado por el mismo sello que El guincho, Joe se ha propuesto llegar a un público más amplio y se halla en vías de conseguirlo. Se sabe un rara avis, una figura atípica e inimitable. No se detiene para recurrir a la balada (“Canción del adiós”) o al viejo rock and roll (“Momentos bestias”).

Aun con la túnica del pop como cobertura se puede hacer un arte mayor que cuando menos desconcierte a las masas e irrite a los puristas. Joe Crepúsculo es extravagante. Si lo haces tuyo verás como tus fiestas además de subir de nivel se convierten también en un campo de batalla intelectual. ¡Que venga la controversia, muera la inquisición del siglo XXI!

domingo, 18 de octubre de 2009

Wild beast: la inglaterra rural también rockea


La importancia de disquera les abre positivamente el panorama y en consecuencia el sello no firmaría a cualquiera. Esta peculiar banda originaria de un poblado pequeño (Kendal) se ha movido a Leeds para tener mayor presencia y vaya que lo consigue. La BBC los está apoyando con fuerza, ya que su poderoso sonido no parece provenir de una banda emergente.

Guitarras procesadas y programaciones intensas acompañan a un cantante de registro muy agudo cantando en falsete (una rareza parecida a lo que hace el cantante de Miranda, pero de alto nivel). Letras muy trabajadas surgen de una banda de imagen silvestre y calmada, -otra peculiaridad-. “Hooting & Howling” y “The fun powder plot” nos mantendrán hablando del segundo disco de estas bestias salvajes que combinan sofisticación con animalidad.

Wild Beasts
Two dancers
Domino, 09

sábado, 17 de octubre de 2009

Conversando con Bernardo Fernández, Bef



  • A propósito de Ojos de Lagarto

En ocasiones la reflexión y el análisis ameritan un sentido unidireccional; requieren de un periodista solitario cavilando y poniendo a disposición de los lectores sus hallazgos. Pero en muchos otros momentos, el aprendizaje surge a través del diálogo. Es la conversación una fuente inagotable de conocimiento que permite crecer a quien escucha y posteriormente también a quien se entera de dicho intercambio.
Es por ello que comparto una parte de la charla con un espléndido y muy joven escritor, cuyo reconocimiento pleno se ha dado incluso con más fuerza fuera de México. Bernardo Fernández, Bef, (D.F., 1972) es autor de la celebrada novela Tiempo de Alacranes y por Gel Azul ha obtenido el Premio Ignotus. Es un experto también en libros para niños (Cuentos de Hadas para conejos, Vacaciones en Marte) y un dibujante de comics de talla internacional.
Su nueva novela, Ojos de lagarto (Planeta, 09) nos reconcilia con las grandes sagas de aventuras, homenajea la escuela clásica al tiempo que especula sobre la posible existencia de los dragones y su casi extinción en Mexicali. La obra además aborda la migración de orientales a nuestro país; la llamada cuarta raíz, que poco o nada se consigna en nuestra literatura.
En muchas ocasiones los escritores se ven seducidos por una parte por la vanguardia, por los autores punta de lanza, pero también suelen citar como fuente de inspiración a los clásicos, al canon inapelable, pero aquí siento que hay un homenaje a escritores inmensos que son poco apreciados, del tipo de Mark Twain, Verne, pero sobre todo Emilio Salgari. Escritores de esas grandes novelas de aventuras que al ser abrazadas por el gran público fueron mal vistas por la crítica exquisita, ¿coincides con esta apreciación?
Claro. Por alguna razón que desconozco el género de la aventura es poco frecuentado por nuestras letras. Destacan en ese rubro Pablo Soler Frost e Ignacio Padilla. Creo que lo que sucede con nuestro canon literario, solemne y pedorro, es que si es amena o divertida, lo considera automáticamente subliteratura. Ni modo. (Y desde luego, la apreciación es correcta: mucho me robé de Twain, Joseph Conrad y especialmente de Salgari. De hecho, me robé cínicamente un par de personajes de Las tribulaciones de un chino en China, de Verne).

En el Post scriptum del libro cuentas acerca de algunas de las investigaciones que realizaste para la novela, sin que por ello tenga un carácter histórico, pero no indicas si buscaste también material sobre la historia de los dragones como tal.
Eché mano de un par de libros sobre dragones. Especialmente uno llamado Dragons and Unicorns, a Natural History, especie de falsa monografía escrita por Paul Johnsgard, un ornitólogo que al alimón con su hija de trece años escribió este tratado naturalista que es una delicia por lo conciso. De otro modo me hubiera perdido en la vastísima bibliografía que hay sobre el tema.
¿Le debía la literatura mexicana una buena obra a la migración de orientales, a perfilar una historia escasamente contada?
Sí, no hay muchas voces que hablen de esta cuarta raíz. La migración oriental tiene más de cien años y muy poco se ha hablado de ella. Tengo cercanía personal con la comunidad japonesa-mexicana y ello me dio la materia prima para escribir mi novela El esturendo del silencio incluida en mi libro Gel azul. Ahora se la debo a los chinos. Curioso que haya pocos escritores orientales-mexicanos. Sólo puedo pensar de momento en el poeta Óscar Wong (cuyo trabajo no me es familiar).
¿Será esta la novela que habrá de llevarte hacía un público más amplio, no sólo los consumidores de fantasía y ciencia ficción?
Curioso que lo señales. Quise que no dijera por ningún lado que es una novela de subgénero. Ni siquiera aparece la palabra “dragón” en la cuarta de forros. Sí, es parte de esa estrategia. Después de años de militar en los subgéneros ahora estoy por romper las fronteras de los ghettos literarios.
Encuentro cierta semejanza en la estructura de Ojos de lagarto con alguna de las grandes novelas de Paco Ignacio Taibo II, ¿te influyó de alguna manera este autor en la construcción de la novela? Incluso el manejo del leguaje popular es coincidente.
Hum, no especialmente, aunque desde luego tengo una deuda con el gran jefe PIT II (toda mi generación la tiene, aunque renieguen de él). En realidad pensaba en la estructura de Noticias del Imperio, de Fernando del Paso, que es una novela por la que tengo una gran devoción. Desde luego, estoy a años luz de escribir una obra tan ambiciosa.


¿Imaginas en algún momento que alguna de tus obras se convierta en película?
Las pienso más en términos de cómics. Pero me encantaría, claro. Creo que por ser pensadas como historietas suelen tener gran vocación visual. Sería lindo.

sábado, 10 de octubre de 2009

Parade y la Fortaleza de la soledad


Sería una verdadera lástima que el vínculo perdido entre la música española y los escuchas mexicanos siguiera extendiéndose e hiciera que esta pequeña maravilla pasara desapercibida.

El quinto disco de Antonio Galváñ, nativo de Murcia, es una obra casi conceptual con canciones que saben adaptarse a los arreglos sinfónicos y detalles electrónicos sin perder el brillo del pop más esplendente. En los tiempos que corren ya casi es inusual hallar un disco con por lo menos 4 temas enormes y este los tiene, comenzando por el que le da nombre y que habla de la tristeza que llega a embargar a Superman hasta obligarlo a huir a su refugio; luego esta la pieza que abre, dedicada el científico Stephen Hawking y que lo ubica flotando en el espacio; siguiendo este tipo de asuntos se encuentra “El astrónomo melancólico”, para abordar luego un surrealista paisaje entorno a Dylan y un aerolito.

En el complemento hay una saga llamada Rainbows Avenue que nos remite al rock argentino al estilo Charly García y una versión de los Carpenters. Parade ha hecho un opus espacial que nace desde la comodidad de la alcoba, donde comienzan los grandes viajes. Notable y delicioso.

Parade
La fortaleza de la soledad
Jabalina, 09

lunes, 5 de octubre de 2009

Nocturno sin la negra


La noche que te fuiste, negra,
nos faltaron las fuerzas
y si en Buenos Aires no estabas sola,
acá me arrastraba un dolor huérfano.

Ni siquiera era consuelo saber que la memoria ardería para siempre,
y que tu voz de roble
no se callaría nunca –ni en ciudades y pampas-,
allí donde lo injusto todavía se niega a desaparecer.

Muchas veces dijiste que la vida es una hoguera,
y hoy siento ganas de encenderme
entre piras de frases que queman al mencionar tu nombre,
a mitad de la noche más negra que otras noches,
una inmensidad en que casi se nos olvida
cantar tu canción sobre el deseo infinito
y así –tal vez- no acabarás jamás de dejarnos.